El peculiar sonido del grillo que solemos escuchar sobre todo en las noches de verano es principalmente un canto al amor. Pero al parecer la ciencia ha descubierto que es posible medir la temperatura ambiental en función de las características de este canto. Sigue leyendo, no tiene desperdicio.
¿Por qué cantan los grillos?
Principalmente, los grillos producen sonido para aparearse. De hecho, solo los machos lo hacen. Además, no se le puede llamar cantar a ese acto, porque no tienen la capacidad para ello. Lo que hacen es frotar unas alas duras que poseen, llamadas élitros.
En función de la forma en la que coloquen estos élitros, el sonido que producen será más o menos fuertes. Eso nos da información de qué es lo que están necesitando en cada momento. Por ejemplo, si el sonido es elevado, entonces están llamando a las hembras, o haciendo frente a otro macho rival. Si por el contrario el sonido es más suave, entonces ya tienen una hembra cerca y localizada, y lo que le está intentando decir es que puede comenzar el apareamiento.

Independientemente del objetivo, hay algo de lo que seguramente te habrás dado cuenta, y que saben muy bien los trabajadores del campo: cuanto más calor hace, más se oye el cri cri (que por cierto, se llama estridulación). Esta peculiaridad viene siendo usada desde hace muchos años por los campesinos para predecir el tiempo, pero nunca se había llegado a estudiar científicamente.
Amos Emerson Dolbear
Amos Emerson Dolbear fue un físico e inventor que, la verdad sea dicha, tuvo mala suerte en su vida. Si le hubieran ido las cosas ligeramente diferentes, ahora sería mucho más conocido, como lo son Thomas Edison o Samuel Morse.

Inventor precoz sin suerte
Emerson inventó el primer receptor telefónico en 1865, 11 años antes que Alexander Graham Bell. Pero su torpeza y desconocimiento hicieron que no pudiera formalizar correctamente el invento en la oficina de patentes. Cuando años más tarde Bell sí logró patentar su teléfono, Emerson no pudo hacer nada para probar que él tenía uno antes. Incluso fue a juicio, pero perdió el caso ante el Tribunal Supremo de los Estados Unidos.
Ese palo le bastó para aprender la lección, pero ni con esas tuvo suerte. En 1882 patentó (esta vez de forma correcta) un dispositivo para enviar señales de telégrafo de forma inalámbrica, a través de la Tierra. Él pensaba que el medio de transporte era la misma Tierra, pero en realidad se trataba de ondas de radio. Pero cuando Marconi presentó años después su patente de transmisión de radio por ondas electromagnéticas, tampoco pudo hacer nada contra él. El juez dictaminó que ambas tecnologías eran distintas. Así que Marconi se quedó con la fama y el reconocimiento.

Lo que sí logró Dolbear
A pesar de estas dos grandes «derrotas», la vida de Emerson fue bastante prolífica: mientras estuvo vivo, fue reconocido por sus grandes contribuciones científicas. Inventó el teléfono electrostático, el epeidoscopio (para poder visualizar ondas sonoras), y un sistema de iluminación incandescente, entre otros.
Escribió varios libros, y fue reconocido por sus aportes a la ciencia en las Exposiciones de París (1881) y Palacio de Cristal (1882). Incluso actualmente existe una ley a su nombre que fusiona biología con física, conocida como «Ley de Dolbear». Y ahí es donde quería yo llegar.
Ley de Dolbear
Todas las criaturas de sangre fría, como sucede con los grillos, siguen la llamada Ecuación de Arrhenius. Esta ecuación dice que la velocidad de una reacción química depende de la temperatura ambiente. Las contracciones musculares que permiten el sonido del grillo, se producen a través de reacciones químicas. Por lo tanto, cuanto más frío hace, más lentas son esas reacciones químicas, menos rápido se mueven esos músculos, y menos frecuentes son los sonidos.
En un momento de su vida, quizá por aburrimiento, quizá por curiosidad, Emerson se fijó en estos insectos y elaboró un famoso informe que publicó en 1897 en American Naturalist, llamado «El grillo como termómetro». Allí enunció su conocida Ley de Dolbear:
El ritmo del chirrido [de un grillo] parece estar completamente determinado por la temperatura, hasta tal punto que uno puede calcular fácilmente la temperatura cuando se conoce el número de chirridos por minuto.
Ecuación de Dolbear
Nuestro curioso amigo, después de realizar varios cálculos y mediciones, pudo obtener su famosa fórmula, que es la siguiente:
Grados Fahrenheit = 50 + (chirridos por minuto – 40) / 4
Grados Celsius = 10 + (chirridos por minuto – 40) / 7
Así que ya sabes, si quieres sorprender a tus amigos este verano, rétales a adivinar la temperatura ambiental utilizando esta técnica del sonido del grillo. Si es que la Naturaleza es fascinante.